programa dra. evelyn veith para la mujer
La educación como instrumento de cambio para el bien social
y la redistribución de oportunidades
La región latinoamericana ha sufrido una brecha social y de género desde que la herencia colonial facilitó aún más su organización, hoy en día la región, no de las más pobre pero sí de las más desiguales, impera en los índices internacionales de desigualdad (52,9 de coeficiente de Gini). Desde las guerras independentistas hasta las actuales tendencias de competitividad económica se ha dado paso a poderosas élites económicas y políticas que no ayudan a disminuir, radicalmente, las disparidades sociales manteniendo a hoy en día casi un 30% (168 millones de personas) de la población en la línea de la pobreza; mejoran los indicadores sociales, no obstante, la pobreza permanece obstaculizando el progreso.
Las niñas e indígenas suelen iniciar mas tarde y abandonar más temprano los cursos escolaresEsta desigualdad no es solo económica sino que suma una consecuencia mayor: la carencia de educación y capacitación. Esta ausencia es inherente al sistema social y económico de la región que alimenta asimetrías de poder en las relaciones, y este caso concreto, entre hombres y mujeres, por ejemplo, en las zonas rurales las niñas o indígenas suelen iniciar más tarde y abandonar más temprano los cursos escolares, imposibilitadas por las obligaciones familiares y laborales.
En sentido macro existe una fuerte relación en términos de distribución del capital educativo y la desigualdad en la distribución de ingresos, es decir, entre mayor es el rendimiento escolar, mayores serán los ingresos. Por lo tanto, es necesario más años de escolaridad para ser interesante en el mercado laboral, y no es suficiente una escolaridad básica sino diferenciada y mejor si son grados técnicos o científicos. Si bien los padres intentan mantener a sus hijas, por lo menos, en la escolarización básica pero muchos terminan por sacarlas de la escuela, impulsados por las necesidades del hogar o los asuntos domésticos o enfermedades de un miembro de la familia o que los conocimientos aprendidos las aparta de sus tareas esenciales, o sea, no lo consideran una inversión, como sí es para los niños. Muchas niñas, en familias campesinas, ni siquiera tienen una partida de nacimiento lo que dificulta aún más los procesos de matriculación.
Otra de las razones que afecta la situación de las niñas latinoamericanas es la influencia arraigada de creencias religiosas de carácter fundamentalista que restringen el círculo social, físico y mental de las mujeres. Esto limita las aspiraciones por inclinarse a diversas opciones de campos de estudio, movilidad y superación, impidiendo muchas veces que estas escojan carreras técnicas, o se trasladen a otras provincias o países para optar por mejores oportunidades de educación, logrando al fin y al cabo afectar sus opciones laborales arrinconándolas a aceptar trabajos mal remunerados, denigrantes, y otras a dedicarse a la prostitución.
La prioridad más urgente de esta iniciativa es colaborar para que las niñas tengan un mayor acceso y una mejor calidad de su educación, removiendo cualquier obstáculo que impida su participación activa y que logren niveles superiores de educación. En el contexto general, esta iniciativa pretende aportar a la región, que sufre una pobreza estructural, por medio de la educación, mayores oportunidades de ingresos y el mejoramiento del bienestar económico.
Este programa se propone fomentar el acceso de las niñas menores de dieciséis años al material escolar, aprendizaje de idiomas y otra formación complementaria y pone a su disposición trabajadores sociales para orientarlas en su empeño, todo esto en zonas con poco acceso a la educación o con fuertes sistemas de tradición restrictivas para el correcto desarrollo del potencial intelectual y humano de la mujer.